Le Mans 2014
Allá por el 20 de Febrero a las 22 horas, recibo un WhatsApp de Oto, muy buen amigo de Irristaka con el que he compartido muchas y muy buenas horas sobre patines .“Estamos pensando en Le Mans, dos equipos de 5-6, formato Endurance ¿te animas??”. Al día siguiente, a eso de las 8 de la mañana le contesté “Apúntame, prometo entrenar duro ;)”. En ese momento una vez más, y para mi por quinto año, el reto de Le Mans se instalaba en mi cerebro… Pero ahora, por primera vez, en formato Endurance, y además con Oto, Irristaka y compañía, que seguro no van de paseo…
A partir de ahí, casi 4 meses intentando sacar algunas horas para entrenar y disfrutando anticipadamente de la aventura que, ya lo sé bien, Le Mans siempre es.
El viernes 27 de junio nos poníamos en carretera, primero una pequeña avanzadilla con intención de coger sitio en el camping, tras la que viajaba el resto del equipo. Cerca de la medianoche ya nos juntábamos todos en el camping del circuito, en muchos casos nos saludábamos por primera vez y compartíamos un rato agradable y distendido.
Al día siguiente preparativos, traslado al circuito, nervios previos y a las 4 en punto de la tarde aquello arranca, por delante 24 horas de vueltas, relevos y asfalto… y este año además lluvia, mucha, mucha lluvia…
Desde el principio conseguimos una de las cosas más difíciles: rodar en paralelo ambos equipos. Vamos en dos equipos Irristaka, con la intención colaborar entre nosotros durante toda la prueba. A ver si sale bien. Al poco ya nos colocábamos -los dos equipos- en torno a la posición 30 (de 550 equipos en total) que conseguiríamos mantener durante prácticamente las 24 horas de carrera.
Le Mans, si no te lo tomas de paseo (que también se puede 😉 ), es siempre una experiencia dura. Pero este año además añadía dureza el formato endurance, con menos personas por equipo (6) y sobre todo la lluvia, que hacía la pista resbaladiza, haciéndonos esforzar el doble en las subidas, para subir la mitad, y como no, en las bajadas, donde era imposible bajar con trazada y seguridad.
Rodamos durante toda la carrera los dúos previstos, relevandonos entre 2 mientras los otros 4 de cada equipo descansaban. El formato se hacía algo intenso pues descansabas una vuelta para rodar otra, pero por otro lado te permitía algunos descansos “largos”, en los que podías ir a comer algo, ducharte e incluso echar alguna cabezadita de 1 o 2 horas.
No dejó de llover en toda la carrera y por momentos pensabas “que narices hago yo aquí, vistiéndome otra vez con ropa mojada para volver a patinar 2 o 3 horas, a las 3 de la mañana, con frío, sin dormir… y encima pagando por ello. Debo tener algún tipo de trastorno…;-)”. El peor momento llegó tras una tanda que terminaba a las 5 de la mañana en la que terminé reventado, mojado, con dudas de cómo llegaría a la siguiente tanda y de si sería capaz de aguantar el ritmo que marcaba mi compañero -y locomotora- de relevo Unai, muy fuerte en todo el trazado, pero sobre todo impresionante en las subidas… uuuuufffff, menos mal que yo había entrenado…
Curiosamente la duda se despejó cuando llego esa tanda y me sentí “recuperado”, otra vez con ganas. Ya había pasado lo peor, también el ecuador de la carrera, seguíamos bien colocados en la general, veíamos que podíamos aguantar y ya en lugar de pensar en el montón de vueltas que nos quedaban por delante, pensábamos en las “pocas” que nos quedaban para terminar.
De ahí en adelante siempre viene una parte muy bonita de la carrera, la sensación de “estamos cerca de lograr el reto” se comparte, contagia e implanta en mayor o menor medida en las 6.000 personas que comparten circuito, la gente se empieza a calentar, la música empieza a sonar por megafonía, algunos bailan y el ánimo general sube.
Por fin las 4 de la tarde del domingo. Igor e Iñaki, nuestro primer relevo, cruzan la meta y todos sentimos ese subidón que terminar Le Mans provoca. Los malos ratos, el cansancio, la humedad y la lluvia pasan a la historia, y desde ese momento piensas ya en el próximo Le Mans y en las ganas que tienes de vivir otra vez semejante experiencia.
El ambiente que se respiró en el equipo fue increíble, además de patinar y cansarnos, echamos cientos de risas, la noche tras la carrera cenamos juntos y dormimos como troncos en un pequeño hotel, tras ello el viaje de vuelta lleno de anécdotas, comentarios y buenas sensaciones.
En junio de 2015 tengo ya una fecha reservada y marcada en rojo en el calendario…;-).
(Crónica por Txenan)
- Le Mans 2014 - 15/07/2014
Una respuesta
Que gozada de crónica, Txenan! Para los que lo hemos vivido, es un chute de rollerina de los buenos!
Ondo izan!!!